lunes, 25 de enero de 2016

En cama





Llevo unos días con problemas estomacales. No son dolorosos pero sí muy molestos. Hoy me decido y llamo a mi médica para informarme. Me contesta que ella está igual, que ha pasado una mala noche y que no ha acudido hoy al trabajo. Mal de muchos...(me he dicho para mí).
Me ha prescrito, mi médica, digo, líquidos y cama. Pero no puedo estar inactivo tanto tiempo, por lo que decido moverme entre la cama y el ordenador. Ojalá que así vaya espantando este virus.
Y enlazando con lo anterior, ahora me doy cuenta cómo deben sentirse los ordenadores con un virus en su sistema. ¿Les sucederá lo que a nosotros? ¿Necesitarán descanso? ¿Percibirán dolor o, al menos, molestias? Desgraciadamente todavía no sabemos si los ordenadores sienten o parecen. Cibernéticamente hablando, claro está. Esto hace que mire a mi ordenador con más cariño que antes. Nunca se ha quejado. O al menos nunca me he enterado.
Pero vuelvo a los humanos. Las afecciones menores que no son graves, empero te inutilizan para el trabajo, hay que tomarlas con paciencia. Virtud o defecto del que voy sobrado. Pero joden, claro que joden. Además me han hecho un encargo y tengo que cumplir. Por lo que tengo una infusión a mi lado a la que voy deglutiendo sorbo a sorbo. Y mi estómago no se cansa de recordarme que debo descansar o, si no, la convalecencia será más larga aún.
En fin, que escrito este post de un tirón, me largo a la cama, ya que mi cuerpo me lo agradecerá.
Esperaré la llegada de la tarde. Por si mejoro...

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