sábado, 17 de febrero de 2018

Fin de semana y otros asuntos interesantes

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Tarde de un sábado del mes de febrero. Mediodía para ser más exactos. Hoy me pide el cuerpo escribir. Y uno, complaciente, le concede ese capricho. Cosa que, por otra parte, estaba deseando hacer. Para qué nos vamos a engañar. Paso este fin de semana en el pueblo. Los únicos días que puedo regresar a mi pueblo, a mi casa. El resto de la semana -cinco días- realizo un curso solamente por realización personal. Por autosuperación, ya que nadie corre detrás de mí. Creo que ya lo he comentado anteriormente aquí, o quizás en otro blog. No sé. El caso es que ahí estoy, con mis subidas y mis bajadas, más subidas que bajadas, por supuesto. Como es innato en mí. Unos días se asimila más que otros. El caso es hacer trabajar a la mente. A ese órgano maravilloso que es el cerebro. Y no me puedo quejar. Y ahora que recapitulo, sí, tengo que quejarme. Me quejo de lo que tengo que madrugar. Que tampoco es excesivo, todo sea dicho. Pero la cama tira de uno, vaya si tira. Mas es el único inconveniente que tengo. Confieso que a veces llego somnoliento a clase. Sin embargo esta situación dura poco, afortunadamente. En el primer descanso mañanero ya estoy presto, dispuesto para centrarme en el ordenador que tengo delante de mí. Reconozco que hay veces que no tengo ni puñetera idea de lo que debo hacer. Cosa que, ahora, no me preocupa en exceso debido a que también parte de mis compañeros y compañeras les sucede lo mismo. Es decir, que me encanta que compartamos ignorancias. Sobre todo si las comparto con los más avezados de mi grupo. 

Y hablando de compañeros, y también de compañeras, tengo que mencionar a Ana. Ana se sienta a mi izquierda. Pero es mi mano derecha. Una inmensa suerte tenerla a mi lado. Siempre dispuesta a atender mis preguntas, mis dudas, mis torpezas. Estoy en deuda con ella. Por otra parte está Javi, que es el primero que veo para desplazarnos hasta nuestro destino. Javi tiene, y lo es, cara de buena persona. Muy joven, podría ser mi hijo, y me encanta tenerlo como amigo. También trabaja en este centro Alba. A Alba la conocí en un curso pasado, como ya tengo comentado por ahí en otro lugar. A Alba la he visto madurar con el transcurso del tiempo. Ha perdido la cara de adolescente hermosa y ahora resplandece con toda su belleza de mujer, mujer. Hablar con Alba me rejuvenece, lo reconozco. Y no sabe bien cómo se lo agradezco. Y para ir terminando este artículo, citar a Mónica. Cómo olvidarme de ella, imposible. Mi paciente profesora de un curso pasado.  A la que continúo viendo afortunadamente de cuando en cuando. Atractiva, seductora, inteligente y con una sonrisa que me desarma. Sabe de sobra que diga lo que me diga la escucho con sumo interés.
Mónica, Alba y Ana son mujeres que me ha recomendado el médico como amigas. Y yo a mi médico le hago caso, claro que sí.
En fin, ocioso lector, ociosa lectora, si habéis llegado hasta aquí os lo agradezco enormemente. Muchas, muchas gracias por estar. ¡Feliz finde! Nos vemos. 

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