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martes, 5 de enero de 2021

De los placeres de la escritura








A comienzos de este 2021, hace dos días como quien dice, me propuse escribir más -y a fe mía que lo estoy consiguiendo-. Ahora que esto escribo maldigo a estos teclados tan modernos que han ignorado el signo ortográfico de la raya, cuyo tamaño viene a ser el doble que el del guion. Las arcaicas máquinas de escribir sí que lo integraban. Pero ya digo, estos artilugios ultramodernos nos privan de escribir como  siempre lo habíamos hecho. Yo quiero, exijo, que no se elimine un signo que determina en buena medida el tacto y el gusto erudito de quien los utiliza. Aprovecho la ocasión para ensartar aquí una petición. Si alguien conoce un teclado de ordenador que contenga el signo de la raya haga el favor, el inmenso favor, de comunicármelo. Le estaré enormemente agradecido. Como ya tengo dicho por ahí, suelo escribir con pluma estilográfica. Pero de este modo y manera mis escritos quedan únicamente para mí. Mientras que si lo transcribo a formato telemático y lo publico, estos escritos cruzan fronteras y países, llegando a no sé bien dónde. Pero llegar, llegan.


Me hacen gracia los famosuelos, y aquí caben personajes de todo pelaje y condición, que de la noche a la mañana sacan a la luz un libro y juran y perjuran que lo han escrito ellos. Cuando sus expresiones y sus gestos denotan a  personas pedestres que no distinguirían a Cervantes de un vulgar gacetillero. Pero así está nuestro mundo cultural. Yo continúo todos los días tratando no solo de saber más, sino de ignorar menos. Aunque bien sé que hay quien elige una de las dos opciones. Aquí yo tomo una postura ecléctica y me quedo con ambas aserciones.

En fin, desocupado lector, desocupada lectora, ya que habéis llegado hasta aquí me honráis con vuestra presencia. Podía decir que yo descanso, sin embargo, solo puedo añadir que me encuentro sumamente satisfecho de haber puesto mis pensamientos por escrito. Que es a fin de cuentas lo que me apasiona. 


jueves, 5 de mayo de 2016

Soy hispanoescribiente




Viendo los magros acontecimientos realizados por parte de nuestras autoridades en el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, quiero reivindicar desde este espacio la defensa del español (o del castellano, si así lo preferís) como vehículo de expresión y comunicación entre varios cientos de millones de personas que usamos esta lengua para comunicarnos. 
No hace falta confesarlo, salta a la vista, que disfruto escribiendo en español. Imagino que como le sucederá a quienes escriben y se han criado entre otras hablas, en otros idiomas. Además para aprender a hablar o escribir en otros idiomas, lo imprescindible es conocer primero el tuyo. Lo demás vendrá dado por añadidura.
Soy lector impenitente. Juzgad vosotros mismos, amables seguidores, cómo me expreso. Un texto escrito es una carta de presentación. En él se demuestra la cultura, el conocimiento, la imaginación, la perspicacia del que escribe. También hay que saber perdonar los pequeños errores que podamos cometer nosotros mismos como bien aconseja Álex Grijelmo.
Además de todo lo dicho, poseemos una Academia Española de la Lengua que vigila el exorbitante número de acepciones que se utilizan en nuestro idioma. Contando, cómo no, con el resto de las Academias (ASALE) que con su unión enriquecen aún más, si cabe, nuestro acervo cultural. 
Para escribir, para leer, o para pensar utilizo todos los días, y digo bien, todos los días del año, mi inseparable DRAE. Cuento además con la inestimable ayuda de la Fundéu que me saca de dudas o de tinieblas lingüísticas que no pueda localizar en otro lugar.
En fin, queridos lectores y lectoras, recojo los trastos y me lanzo a seguir leyendo al inimitable Juanjo Millás, al que tantos ratos de excelente lectura debo.