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martes, 5 de enero de 2021

De los placeres de la escritura








A comienzos de este 2021, hace dos días como quien dice, me propuse escribir más -y a fe mía que lo estoy consiguiendo-. Ahora que esto escribo maldigo a estos teclados tan modernos que han ignorado el signo ortográfico de la raya, cuyo tamaño viene a ser el doble que el del guion. Las arcaicas máquinas de escribir sí que lo integraban. Pero ya digo, estos artilugios ultramodernos nos privan de escribir como  siempre lo habíamos hecho. Yo quiero, exijo, que no se elimine un signo que determina en buena medida el tacto y el gusto erudito de quien los utiliza. Aprovecho la ocasión para ensartar aquí una petición. Si alguien conoce un teclado de ordenador que contenga el signo de la raya haga el favor, el inmenso favor, de comunicármelo. Le estaré enormemente agradecido. Como ya tengo dicho por ahí, suelo escribir con pluma estilográfica. Pero de este modo y manera mis escritos quedan únicamente para mí. Mientras que si lo transcribo a formato telemático y lo publico, estos escritos cruzan fronteras y países, llegando a no sé bien dónde. Pero llegar, llegan.


Me hacen gracia los famosuelos, y aquí caben personajes de todo pelaje y condición, que de la noche a la mañana sacan a la luz un libro y juran y perjuran que lo han escrito ellos. Cuando sus expresiones y sus gestos denotan a  personas pedestres que no distinguirían a Cervantes de un vulgar gacetillero. Pero así está nuestro mundo cultural. Yo continúo todos los días tratando no solo de saber más, sino de ignorar menos. Aunque bien sé que hay quien elige una de las dos opciones. Aquí yo tomo una postura ecléctica y me quedo con ambas aserciones.

En fin, desocupado lector, desocupada lectora, ya que habéis llegado hasta aquí me honráis con vuestra presencia. Podía decir que yo descanso, sin embargo, solo puedo añadir que me encuentro sumamente satisfecho de haber puesto mis pensamientos por escrito. Que es a fin de cuentas lo que me apasiona. 


viernes, 5 de febrero de 2016

Queremos pensar por nosotros mismos




La progresiva desaparición de las humanidades de los planes de estudios educativos en nuestro país es alarmante. Los gobernantes que estamos sufriendo y padeciendo atacan de lleno a nuestros jóvenes alumnos. Pero a ellos, los gobernantes, les da lo mismo que lo mismo les da. Si ya de por sí los planes educativos iban de mal en peor, ministros como el infame Wert acabaron por darle la puntilla. Wert, después de aniquilar la educación y la cultura, vive ahora en un retiro dorado a cargo de los contribuyentes. Eso sí, entregó al clero beneficios millonarios en forma de terrenos, aportaciones dinerarias, y en toda forma posible de trapicheo. La cultura y la educación le importaba bien poco, nada, el caso era medrar desde su puesto de ministro. Como esta gentuza de la derecha solo les importa su cartera, sus millones en paraísos fiscales, lo que le pase al país se la trae al pairo. Y así nos va como nos va.
Leo estos últimos días, con rabia contenida, cómo a los escritores que sigan cobrando derechos de autor se les suprimirán sus pensiones. Los golpes, los zarpazos, que el gobierno del PP, de su presidente Mariano Rajoy, al mundo de la cultura, del conocimiento, de la ciencia, pasarán a los anales de la política de este país.
Sin embargo, el establishment estará orgulloso de dirigentes como los que sufrimos. Eso de que la ciudadanía piense, de que se les enseñe a pensar a nuestros alumnos por sí solos es peligroso, muy peligroso. No hay problema. Gobernantes como estos franquistas que están en el poder, harán lo indecible para que aquí no se mueva ni Dios.