Mostrando entradas con la etiqueta post. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta post. Mostrar todas las entradas

jueves, 30 de diciembre de 2021

Circunloquio informal en vísperas de Nochevieja 2021

 






Como mañana, 31 de diciembre de 2021, lo más probable -segurísimo, vamos- es que no pueda escribir aquí en mi blog, me apresto a componer unos acápites más por fruición y gozo míos que por lectura vuestra (para qué nos vamos a engañar). Tengo a Bach a todo volumen, pero me encuentro tan enfrascado en lo que escribo que casi ni la música escucho. Los que escribís me comprenderéis sobradamente, y hago aquí un guiño a los melómanos, que bien pudiera resultar que alguno o alguna esté esto leyendo. Y no deseo, ni es mi intención, enfrentamientos con los dioses de la música.

Pues eso, a lo que iba. Que mañana, mira tú, es Nochevieja. Ya os imagino a la familia reunida en torno a la opípara cena, con el sabelotodo del repelente cuñao al lado de la mesa, o enfrente -que no sé cuál de las dos situaciones es peor-. Y no digo nada del hermano, o de la hermana, a los que se las tienes jurada desde hace tiempo, y que bastará una simple indirecta por su parte, para que te tires directamente a su yugular. 

Por eso mismo, en estas fechas tan señaladas (¡joder, si no lo escribo, reviento!) más que huraño me vuelvo misántropo, pero misántropo total. Usted, que es una persona inteligente, me entiende de sobra. Si lo sabré yo...

Como bien habréis inferido, hoy estoy que me salgo. Además he tenido la saludable precaución de no leer, en un día como el de hoy, mi horóscopo. No sea que me augurara una jornada aciaga y desdichada. Que nunca se sabe lo que te van a predecir estos cabrones de videntes. 

Muchas gracias por haber llegado hasta aquí, estimado lector, estimada lectora. Os deseo un muy feliz año 2022. Y que nos sigamos viendo. Y, en caso de que no nos veamos, que sea por falta vuestra.


jueves, 8 de abril de 2021

Escribir es revivir


 

Hay momentos en que busca uno la respuesta de que por qué escribe. O bien porque se lo preguntan los demás. Cada cual tendrá sus motivos, sus preferencias, sus manías. Sea cual fuere el motivo, hay uno en común. Escribimos para expresarnos. En estos casos mediante la palabra escrita, claro está. Lo que venga -convenga- después ya es un asunto estrictamente personal. Viene esto a colación, ya que el otro día leí en la prensa a un autor, manifestar que durante esta pandemia que nos azota no había escrito nada dado que él escribía para publicar. ¡Rediós! -Pensé yo para mis adentros-. Es decir, que si no publica no escribe. Harto distante ando yo de tal finalidad. En mi caso escribo porque es una necesidad vital. Siempre lo ha sido durante toda mi vida. Me alegra y me alegro por ello. No necesito ningún imperativo para tomar pluma y folio e ir desgranando letras, palabras y oraciones. Luego realizo un examen visual a lo que buena o malamente he creado y lo doy por bien realizado, o corrijo lo ya escrito, que también es otra muy buena opción. Es por ello que ahora mismo me encuentro frente a mi ordenador, después de haber tomado unos breves apuntes a mano en un folio. Y formados los cimientos de este escrito paso a lo que será la estructura del  artículo. Quiero que quede claro que mi blog no es el único lugar donde escribo. Es un medio más de los que dispongo para manifestarme. Pero bien es cierto que mi media hora manuscribiendo diariamente nadie me la quita.

He de confesar también que tengo una edad en la que si no leo y escribo por lo menos dos horas al día, doy por perdido dicho día. De ahí mi insaciable aprovechamiento de segundos, minutos y horas. Todas ellas las considero como bienes insustituibles, el tren que nunca vuelves a coger. Y ya no está uno para perder trenes. Y cuando vaya declinando la tarde y tome su puesto la noche elegiré un par de libros con cuya lectura daré por rematado el día.

Si has llegado hasta aquí, estimado lector, estimada lectora, habrás comprendido plenamente el título de este artículo: "Escribir es revivir".

domingo, 10 de enero de 2021

Qué sábado el de este enero




Segundo sábado, ayer mismo, de este mes de enero del recién comenzado año. Se conoce que tenía ganas de hacerse notar. Ayer nos deleitó con una nevada de esas que no recuerdan ni los más viejos del lugar. No sé si incluirme en este índice de edad o no. Ya se sabe, para los críos uno es un viejo y para los viejos soy un crío. Me quedo, pues, con la duda existencial (y nunca mejor dicho). Como iba diciendo, ayer una borrasca más conocida por "Filomena", nos atizó de lleno. Barrios, calles, parques, automóviles y todo lo que pilló a su alcance fueron decorados con una hermosa capa de impoluta nieve blanca. Como es de cajón, los más pequeños fueron los que más disfrutaron con este fenómeno meteorológico. Ignoro si esto ha resultado ser un primer aviso de lo que nos queda de invierno, o bien resultará ser algo pasajero. De lo que estoy bien seguro es de que después de la nieve llega la helada, el temible hielo. Y eso es ya harina de otro costal.

Por mi parte me recluyo en mi búnker, ya que tengo tarea atrasada y no quiero perder tiempo. Entre unas cosas y otras consigo dejar la faena finalizada y con cum laude. Tal vez un poco de descanso supletorio me hubiera venido de perlas, pero no quiero ni pensar en ello. Las fuerzas que tengo ahora, pocas o muchas, son las que tengo y las acepto sin rechistar. Ya llegará la noche con el consabido cansancio y mejor sueño reparador. Y mientras tanto estoy a lo que estoy.

Y quedo en paz conmigo mismo. Me siento orgulloso de lo que llevo realizado a lo largo de este domingo. Aún más, de lo que me queda por hacer. Si hago lo que hago y además me complace lo que hago, miel sobre hojuelas. Y mañana mismo comienzo de semana. Espero seguir contándolo.


jueves, 7 de enero de 2021

Reciclándome


 

A estas horas de la tarde hace un frío gélido. Con un sol radiante y un cielo agradablemente cerúleo. No obstante, si no te mueves, sientes irremediablemente que el frío helador te penetra como si tuvieras el cuerpo desnudo. Por lo tanto, me meto en mi búnker y pongo los dedos a calentar antes de teclear en mi ordenador. Para mí es una buena hora. En quince o tal vez veinte minutos quedo pergeñado este artículo. Lo que me deja tiempo de sobra para mis otras actividades. Tengo la tarde, pues, bien planeada. Antes llevaba siempre una agenda con el horario controlado. Sin embargo, desde la aparición del bicho -de la pandemia, para que nos entendamos- mis horarios y mis actividades diarias son más anárquicas. No puedo quedar para un determinado evento ya que ignoro las personas que podrán, o no podrán asistir al mismo. Por ahora me fío más de mis reuniones  telemáticas.


Precisamente estoy realizando un curso de formación literaria, para ponerme al día, para reciclarme. Me niego a estancarme haciendo siempre lo mismo. Necesito nuevas impresiones, nuevos conocimientos. Algo que me haga redescubrir la pasión que he sentido desde mi infancia, desde mi niñez, desde siempre, por la escritura y por la lectura. Como ejemplo de ello valga este blog. Ya lo dice el dicho: -de muestra bien vale un botón-. Y yo tengo botones para parar un tren, me grita desde lo más hondo mi dialéctica cerebral.


Me avisa mi reloj biológico que tengo, que debo, ir cambiando de actividad. Que, por desgracia, el día solo tiene veinticuatro horas. Me meto un buen chute de agua embotellada, para hidratarme y continuar activo hasta la noche. Otro día más excelentemente disfrutado, sentido y vivido. O, al menos, así lo veo yo.



domingo, 3 de enero de 2021

Tiempo de ocio dominical


 

Un día más, una jornada más de descanso, disfrute y reflexión. Me toca leer la prensa. Uno de los diarios (una hoja parroquial, por mejor decirlo) que tiene uno que tragarse como se tragaría un sapo nauseabundo, ya que se supone que contiene noticias de mi tierra. En este panfleto quedaron los más ineptos, lameculos, arrabaleros, trepas, advenedizos que pudieron encontrar. El libelo en cuestión es guerracivilista, santurrón, beatorro, meapilas, y más que informar su propósito es defender los intereses de las clases dominantes. Defiende la ideología de la persona que lo dirige. Amparadora de clérigos, empresarios, picoletos, milicos. Y contraria a un Gobierno legítimo y democrático que mira por todos, por todas. Sí, me refiero al gobierno de coalición del que es presidente Pedro Sánchez, del que tan orgulloso me siento. Mas como esta es una provincia envejecida y que ha visto tanto, es lógico que adoctrinen y continúen adoctrinando a los suyos. La extrema derecha reaccionaria y casposa se encuentra bien representada en este  vergonzoso medio. Hoy domingo, afortunadamente, no publica una de sus más repelentes colaboradoras. A esta he aprendido a esquivarla, sé en qué pagina encontrarla, por lo que en cuanto se acerca la página  en cuestión, paso de largo para que no me amargue el día. Una anciana de la que lo primero que llama la atención son unos morros como salchichas. Es de suponer que le han metido colágeno o bótox hasta el culo. Pero no por eso deja de ser una anciana nazi, fascista y de lenguaje cuartelero. Es decir, mujer de pocas o nulas lecturas.


Leo con mucha más atención y agrado cada día, el periódico  del que fue director Miguel Delibes. Un periódico exquisitamente más selecto en su edición y colaboradores. Por lo que hace que me olvide de la propaganda casposa del otro, que no hace falta que nombre porque a buen entendedor pocas palabras bastan.


Y después de mis lecturas me meto de lleno con un programa de mi ordenador del que no termino de configurar. Estos entresijos informáticos hacen que se me pase la tarde y parte de la noche volando. Pero que hacen que me sienta muy ufano por la actividad desarrollada.


Y mañana, lunes. Día de escuela, por lo hay que volver al tajo. Esperemos, al menos, poder combatir al frío que nos envuelve.

sábado, 2 de enero de 2021

Primer fin de semana del 2021


 

Primer sábado de este 2021. Por lo tanto, primer finde también. Y yo aquí estoy, contándolo, por si no os habíais enterado. Hoy no salgo de casa. Hace frío, un frío glacial. Además me propuse terminar el año anterior y comenzar este nuevo con lo que más me apasiona, escribir (aparte de mis numerosas lecturas, por supuesto). Y escribir en mi blog me roba tiempo para otros escritos, para otros espacios. No obstante, lo tomo por bien servido, por bien pagado. No todo ha  de ser acumular y acumular folios y cuadernos para futuros proyectos anhelados y codiciados. Tiene que entrar aire fresco, joven y renovado en mi búnker. Mis otros escritos verán la luz a su debido tiempo, cuando les corresponda. O tal vez queden guardados y ocultos sin que nadie pueda reparar en ellos. Esto último solo es una suposición. Mis escritos brotarán cuando tengan que brotar. 


A mi edad, una cierta edad, me siento tan lozano y vigoroso como si estuviera en mi pasada juventud. Con una ventaja añadida: la experiencia. La experiencia en la vida es como encontrar agua cantarina en  tierra de secano (hala, ahí lo dejo, para la posteridad). La actividad creadora es lo que tiene, vas concibiendo ideas y pensamientos que no se generan porque sí. Sino que son fruto de muchos años de escritos, lecturas, vivencias y otros avatares de la vida. Y cada uno vive su vida como quiere, o como buenamente puede, que todo hay que decirlo.


Ahora me esperan unos pasatiempos o rompecabezas para desconectar mi imaginación e intentar descubrir nuevos retos y horizontes para mi cerebro, que sé muy bien que lo agradecerá. Y punto. Mañana, más. Aquí, claro está, si no me surge ningún imprevisto. Y ustedes/vosotros, a pasarlo bien.



viernes, 1 de enero de 2021

Sobre casi todo, sobre casi nada


 




Después de mantener una sesuda conversación conmigo mismo -sí, lo confieso, soy un excelente conversador- me decido por subir a mi búnker y plantarme ante mi ordenador. No vivo únicamente de mis lecturas, también necesito dar rienda suelta a mi imaginación. Y en ello estoy, aquí y ahora. También he de confesar que en esta tarde gélida de comienzo de enero no me encuentro al cien por cien. No obstante, esto mismo me sirve de acicate para poner a prueba mis recursos intelectuales de los que me siento muy orgulloso, por supuesto. Sí, lo habéis adivinado, la modestia se me supone.


Y ya que he entrado en materia mi intelecto está escaneando lo que he visto, oído y anotado desde que me levante de la cama hasta estas horas vespertinas, casi nocturnas. De momento le he dado caña a mi cuerpo con una caminata alrededor del pueblo para limpiar mi cerebro de todo agente nocivo que pudiera tener inoculado. Y con mi mente presta a manifestarse resuelvo ponerlo todo, o casi todo, guardado en este espacio que es  mi blog. Reconozco que desde el primer día que comencé a publicar me sentí cómodo, a gusto, descaradamente altivo. Y este mismo sentimiento perdura aun con el paso de los años (y de los lustros, me indica mi anuario cerebral). 


Estos instantes que me dedico a mí mismo, olvidando redes sociales o cualquier otro elemento perturbador que me hiciera apartarme de lo que realmente me apasiona, me reconfortan y me aportan una felicidad, momentánea si queréis llamarla así, pero felicidad al fin y al cabo.


Y voy recogiendo los trastos, no precisamente porque no desee continuar, sino porque mi estómago está pidiéndome a gritos comida, alimento, sustento. Y ya mismo bajo a la cocina para nutrir e hidratar este cuerpo que cuido como cuido todo lo mío. Y de este tema hablaré -escribiré- otro día, en otra ocasión.

miércoles, 30 de diciembre de 2020

El año que nos cambió

 



Un día resta para finiquitar este año raro, extraño, insólito 2020 que hemos vivido -o sobrevivido- a escala mundial. Como hace tiempo, siglos, que no publico en este espacio me pongo manos y mente a la obra para dejar constancia de que yo lo viví. Que doy, pues, fe de ello. Si hubiera que elegir un adminículo que lo representara fielmente, este sería, sin duda alguna una mascarilla, en todo el globo terráqueo habitado. Y principiaremos el 2021 con el mismo utensilio. Cierto es también que ya disponemos de una vacuna, al parecer eficaz. Sin embargo, deberemos continuar con las mismas precauciones y hábitos que hemos mantenido hasta ahora.

Hago aquí un inciso para informaros, ociosos lectores y lectoras, que durante este tiempo he recibido varios mensajes de don Google advirtiéndome de que el tamaño de letra que manejo es demasiado diminuta para ciertos dispositivos. Debo manifestar en mi defensa que jamás un lector/a se ha quejado por tal motivo. Pero, en fin, aumento el tamaño de la fuente y ya me contaréis.

Tengo la suerte, la inmensa suerte de residir y vivir en un pueblo que me encanta, que me enamoró desde que me instalé en él. Y aquí trascurre mi vida, intentando alejarme de pandemias y demás amenazas que nos acechan. Y ayudan, vaya que si ayudan, las nuevas tecnologías. Si no fuera por Internet estaríamos desconectados del mundo mundial. Por lo que también soy afortunado en este sentido. Mis comunicaciones con cualquier lugar donde haya conexión a Internet son sumamente eficaces. Las videoconferencias con los diversos programas que nos facilita la red de redes, nos permiten que podamos estar en mil sitios a la vez. Y esto, hoy en día, no tiene precio (en sentido metafórico, claro está).

Escribo, como es obvio, en el teclado de mi ordenador. Pero sigo prefiriendo para estos menesteres mi pluma estilográfica -clásico que es uno- y mis folios de un blanco inmaculado. Aprendí de un maestro que lo que puedas escribir en medio folio no lo escribas en uno. Y ya Azorín decía que era hombre de un solo folio. Convengo totalmente. Cuando publique mi autobiografía ya le echaré toda la tinta que me ahorro  en estos artículos.

Y recapitulando doy por bueno mi escrito. Con la satisfacción de que al que no le agrade no podrá tirarlo a la basura dado que está impreso cibernéticamente.

Por lo que os deseo, estimados lectores, estimadas lectoras, un muy feliz comienzo de año 2021. Y con la recomendación de que si os han agradado estos acápites me lo hagáis saber para pensar en el próximo artículo. 


domingo, 7 de febrero de 2016

Prensa en fin de semana





La prensa escrita que nos llega los fines de semana, suele ser mucho más abundante en contenidos que el resto de los días. No sólo el periódico en sí mismo, sino que le añaden suplementos. Cosa que, por otra parte, es de agradecer. Sábados y domingos, como digo, aumentan el volumen de los periódicos. Ignoro si es para que nos quedemos más tiempo en casa leyendo. O, por el contrario, que como estamos más tiempo en casa también leemos más. Sea como fuere, benditas sean las informaciones, opiniones, esbozos, que nos llegan en formato papel. Siempre en papel, por favor.
Total, que entre el tiempo dedicado a la lectura de periódicos, más el añadido de escribir sobre lo que has leído se pasa el fin de semana en un tris. Pero terminas la semana con el orgullo de haber dedicado tu tiempo a algo enormemente positivo. Son los mejores ratos, sin duda alguna.
Sales de casa lo justo. Un breve paseo para volver a leer lo que habías dejado pendiente. Y también incluyo la tan siempre sana costumbre de acompañarme de mi querido diccionario de la RAE, por si surge algún vocablo que desconozco.
Si los ciudadanos comprendieran que deben estar informados, y que su opinión, la opinión de todos, cuenta, correrían a comprar periódicos a todo pasto. Yo en este caso no tengo problema. Estoy suscrito y me lo traen a mi domicilio. 
Y finalizo este post dando las gracias a la prensa escrita por seguir estando ahí, a pesar de los pesares.