martes, 23 de febrero de 2016

Por una enseñanza pública



La enseñanza, y por extensión la educación, en nuestro país ha estado controlada ferreamente por el clero. El clero católico lógicamente. Desde que el dictador Franco puso la educación de los estudiantes en manos de los frailes, éstos lo tomaron como si de su cortijo se tratase. Llegó la "democracia" y creíamos que la enseñanza pasaría a ser eminentemente pública y que la enseñanza privada, la del clero, fuera para el que la quisiera. Y para los que quisieran o pudieran pagarla. Sin embargo, ¿qué ocurrió?, que los sucesivos gobernantes continuaron aportando millones y millones, entonces de pesetas y ahora de euros, a la enseñanza privada en detrimento de la pública. No solo se les entregaba dinero sino también terrenos, edificios, locales. Vamos, que iban de sobra servidos. Ni con gobiernos de la derecha, ni con gobiernos de la izquierda, éstos fueron los que más dinero apoquinaban a las arcas eclesiales, con ninguno, decía, se paró la sangría de fondos públicos a los bolsillos privados. El grupo más beneficiado, secta sería mejor denominarla, fue, es, el Opus Dei. Hábiles, donde los haya, en colocar a sus acólitos en los puestos o en las proximidades del poder han conseguido forrarse literalmente durante decenas y decenas de años. Uno de los casos más indignantes fue el del que fuera ministro de Educación del PP, Wert. Este sujeto, después de concederle a la Iglesia católica y más exactamente a los opudeístas, todo lo que se podía concederles y más, mucho más, llegando incluso a imponer las materias de estudio válidas y no válidas, según fuera su antojo, este tal Wert ahora vive en un retiro dorado donde no sabemos muy bien a qué se dedica. Pero vivir, vive como un rajá. Que me quiten lo "bailao", se dirá a sí mismo.
Para que este saqueo constante de las arcas del Estado a las entidades privadas se detenga en seco, alcemos las voces para clamar, en este caso, por una enseñanza pública y de calidad.
Entre todos, si nos ponemos a ello, lo conseguiremos. 


domingo, 14 de febrero de 2016

De bares


Los bares son esos sitios a los que solemos asistir a menudo. Cada uno tiene sus preferencias. Hay para todos los gustos. Los hay que no hay dios que se entere de lo que se habla debido al alto volumen de la música. Otros en los que predomina la intimidad. Yo, personalmente, prefiero los que tengan un ambiente agradable. Que la decoración y los clientes me agraden. Además que el camarero me conozca y sepa mis gustos. Ya digo que esto depende de las tendencias de cada uno. Aparte de la buena conversación me decanto por los que tengan la prensa del día. Eso es muy importante. Y ya, de paso, que haya cobertura para el móvil. Aquí, mientras esto escribo, no puedo dejar de esbozar una sonrisa de complicidad con los que están leyendo este artículo. Seguro que asienten afirmativamente.
Por lo general hay, según mi experiencia, dos tipos de bares. A los que se asiste por la mañana y a los que se asiste por la noche. Esto es importante porque seguro que la clientela es diferente según la hora. Luego está el bar que está al lado o cerca de tu casa. Estos suelen ser de los que uno puede visitarlos en cualquier hora del día.
En fin, que todos tenemos nuestras vivencias, y según éstas, escogemos dónde queremos ir. Y aquí paz y después gloria.



viernes, 12 de febrero de 2016

Viernes lluvioso



Hoy viernes ha llovido. Y además hemos tenido que aguantar el frío y el viento. Por eso lo mejor es refugiarse en casa, en la de uno o la de algún amigo o amiga. Sí, es cierto, hay ciertas cosas que no queda más remedio que hacerlas. Alguna compra, algún encargo, salir al obligado paseo. Ya sabéis a lo que me refiero.
Tengo que confesar que me siento con mucha fuerza. Tanto física como mental. Por lo cual, en ese aspecto, no tengo queja.
Además tengo unos compañeros y unas compañeras que me apoyan, que me valoran y que confían en mí. En eso sí que he tenido suerte, mucha suerte. Están en los cuatro costados del país pero me hacen llegar su ánimo, su complicidad y su inestimable solidaridad. No todos pueden decir lo mismo. Hago balance de quién merece la pena y quién no. Y como por sus hechos los conoceréis tienen todo mi apoyo y estima. Si necesitan algo saben dónde encontrarme.
Y en estas reflexiones voy pasando el tiempo. Tiempo bien aprovechado, todo hay que decirlo. Sigo con una media de un post al día. Generalmente dos, ya que escribo también en otro blog que tengo. Pero me anima la vida el escribir. Es decir, miel sobre hojuelas.
Y mañana, sábado. ¿Será tan fructífero como lo ha sido este viernes?
Veremos.

jueves, 11 de febrero de 2016

Saboreando la vida




A estas horas de la noche hago memoria de cómo me ha ido el día. No ha estado mal, creo que nada mal. Claro que es una sensación subjetiva. Depende de lo que cada uno entienda lo que es pasarlo bien o mal. Pero yo me entiendo. He vivido, he sentido que la vida y yo hemos ido de la mano. Por lo tanto no han sido unas horas perdidas, un día perdido. Al contrario, estoy satisfecho conmigo mismo. Es más, estoy en paz conmigo mismo.
¿Se le puede pedir más a la vida? Yo diría que no. Rotundamente no.
Lo que sí que he aprehendido es que el estado de felicidad no dura siempre. Mañana, ¿qué me deparará el día? A todo esto, mañana es viernes. Y creo sinceramente que los días malos si son viernes, son menos malos. Eso lo tengo comprobado.
Además hoy me he llegado hasta la biblioteca pública donde resido ahora. Atendido por una joven y atenta bibliotecaria.
He paseado saludando a las personas que conozco. Y también a algunas a las que no conozco. Siempre tengo a alguien con quien hablar o intercambiar unas palabras, por lo general amables.
El sueño, a estas horas comienza a rondarme. Todavía permaneceré unas horas de vigilia. Tengo que rematar este magnífico día. Que no me lo amargue nadie a última hora. Que con estas cosas nunca se sabe.
En fin, queridos lectores y lectoras, aquí os dejo este escrito para que paséis un rato agradable. Esa era, al menos, mi intención.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Titiriteros, libertad de expresión



Hoy miércoles, tras cinco días de permanecer en prisión, por fin han salido en libertad los dos titiriteros acusados de enaltecimiento del terrorismo. Ya sabemos que a las "buenas gentes" de la derechona todo lo que sea popular lo desprecian. Como si lo aborrecieran. Que de hecho lo aborrecen.
Al  ayuntamiento de Madrid, presidido por Manuela Carmena, le pareció bien animar a los ciudadanos de la villa con un acto lúdico. Pero hete aquí que la caverna mediática que está esperando que pase el menor de los casos para denigrar rápidamente al consistorio de Carmena. 
Ese engendro que es la pepera Esperanza Aguirre, no pierde ocasión para tirarse a la yugular de Manuela, a la que acusa de lo que sea, con tal de tener algo de notoriedad en los medios.
Pero los personajillos del Partido Popular tienen que tirar de lo que les da votos. Y como con ETA tienen una mina para atemorizar al país, el PP ha visto en esta función, han visto, digo, el cielo abierto. Hay que decirle a este hatajo de gobernantes que padecemos, que nosotros no tenemos miedo a ETA. Que les tenemos miedo a ellos. Los mismos que nos han recortado nuestras tan ansiadas libertades.
Y vuelvo con los titiriteros. Su situación ha sido comentada en la prensa internacional. Como se puede comprobar el cachondeo por lo que sucede en España es unánime.
Y el zote de ministro del Interior que tenemos, dando saltos de alegría por habernos defendido, él, del mal. Fernández Díaz es un conocido meapilas que otorga medallas a toda virgen que encuentra.
Habría que recordarle al tal Fernández Díaz, el homenaje que se le hizo a la División Azul con cargo al erario público. Pero, claro, eso no es apología del fascismo y del nazismo.
Esto es Españistán.

martes, 9 de febrero de 2016

Los cenizos




Tengo por costumbre huir de las personas que me dan "malas vibraciones", las que me eliminan mi energía positiva, las que me hacen sentir mal cuando he acabado de escucharlas. A estas personas yo las llamo los cenizos.
Agradezco que cuando hablo con alguien, ese alguien me sonría, sea abierta, no me dé "la paliza". El cenizo es persistente, quiere que pienses como piensa él. Aunque él mismo sea un zote. Por eso huyo de ellos, los evito, intento escurrirme. Pero ahí están dándote la paliza. No viendo más allá de sus narices.
Tengo un amigo, cenizo, cenizo de verdad, de los que lo llevan en su ADN, que me tiene frito con sus comentarios por whatsapp. Y los días que lo veo en persona son las peores horas del día, con mucho. El cenizo habla y habla. No escucha lo que tú le dices, o más bien, tratas de decirle. Siempre tiene la razón. Y si no se la das, ya está armada. Entonces te mirará con malos ojos. Incluso te incluirá en su lista negra.
Con un poco de suerte me libraré de tan nefasto personaje. He podido comprobar que no soy yo solo el que le huye. Varios amigos y amigas me han confirmado que sienten lo mismo que yo.
Y como alguien tenía que decirlo, aquí lo dejo escrito. A ver si se da por aludido. Como último recurso también puedo bloquearlo en el whatsapp. Que no es mala idea.
Y mañana será otro día, queridos lectores y lectoras.

lunes, 8 de febrero de 2016

Pasando la noche

Después de haber cenado suelo ver un rato la tele. Suele ser la única hora que me fijo en dicho aparato. A no ser que emitan una película o un acto interesante. Soy más de leer y escribir. La televisión podría ser un medio formidable de inculcación de cultura, de hacernos pensar a través de la emisión de programas educativos. Sin embargo la realidad es muy diferente. Lo que prima en la mayoría de las cadenas televisivas es lo frívolo, lo chabacano, lo vulgar. Y estas cadenas se matan entre ellas por intentar programar la mayor televisión basura.
Cierto es que hay todavía televisiones que evitan estos programas que denigran el intelecto de los que se topen con ellos.
Recuerdo con nostalgia, en el siglo pasado, programas como "Cosmos" de Carl Sagan. Los de Félix Rodríguez de la Fuente, o también las series británicas, de las que me viene a la mente "Yo Claudio" del autor Robert Graves.
Pero ya que estamos recordando, bueno sería trasladar a nuestro tiempo ideas que nos hicieran retomar programas que a la vez que nos distrajeran nos hicieran pensar y adquirir mayores índices de cultura. Y, aunque difícil, ir terminando con programas hechos para tarados mentales. Televidentes a los que no les gusten pensar, sino que piensen por ellos.
Lector, lectora, si este post ha sido de tu agrado, vendría bien que dejaras tu opinión.
Y continúo escribiendo un artículo diario. Y con fruición. Con enorme fruición.