viernes, 22 de enero de 2016

El tiempo no se detiene





Comenzando a vivir un nuevo viernes. Otra semana que se va terminando. Que no se nos escape sin haber hecho algo positivo. Es decir, que no pase en blanco. De momento ya he cumplido con mi ritual, leer la prensa. Digital y en formato papel. Bien sabéis que siento mayor atracción por el papel que por el ordenador o el móvil. Si algún día, espero que muy lejano, me da por leer libros en ebook lo aceptaré. Pero mientras ese día llegue seré fiel al papel.
Todavía es temprano. Tengo todo un día por delante. Ya estoy con ganas de salir a la calle para respirar el aire de la mañana y que el cuerpo se ponga a tono. Hablar con los amigos, con las amigas. O bien, simplemente, con gente conocida. El caso es sentir la actividad del aquí y el ahora.
Mientras escribo estos acápites mi gata no deja de pasearse a mi alrededor. Sabe bien lo que estoy haciendo. Me ha visto, porque hay días que no se despega de mí, muchas horas, días, semanas, años, me ve, decía, delante del ordenador y sabe lo que estoy haciendo. Lo sabe de sobra. A lo mejor, sin que yo lo sepa, ha aprendido a teclear a base de verme a mí hacerlo.
El tiempo pasa rápidamente. A velocidad de vértigo. Pero siento con fruición lo que estoy haciendo. Me agrada, me relaja y me hace feliz. Creo que no puedo pedir más en instantes como este.
Ya he cumplido con lo que tenía que hacer. Estoy satisfecho. Un post más. Un artículo más. Y con ganas, con muchas ganas de volver a teclear. A escribir lo que vivo y lo que me queda por vivir.
Lectores y lectoras, os espero otro día. Mañana, o pasado mañana. ¿Quién sabe? Yo intentaré, y lo conseguiré, estar al pie del cañón.
Amén.

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