Dado que donde resido, desayuno, como, ceno y duermo, y sabiendo sobradamente que estos días esto se va a atiborrar de olores a incienso, cirios, sonidos de trompetas, tambores, y bien pudiera ser -más cierto que los rayos solares- que acudan turistas, viajeros y gente sin identificar, resuelvo andar otros caminos. Y aquí me hallo, respirando aires salutíferos (y nunca mejor dicho). A ver, que no me pierda, que la emoción la tengo a flor de piel. Y ahora desde donde esto escribo entra un solazo de esos que me purifican y dan impulso a mi actividad creadora. Toma ya, ¡joder, no sé si va más rápido mi mano o mi mente!
Y, para no desviarme de lo que mi cerebro tenía programado, por decirlo de alguna manera, que se vea el oficio, mi oficio. Recuerdo que una vez Cela contaba una anécdota digna de ser recordada. Comentaba Camilo José en cierta ocasión que la mujer que se ocupaba de la limpieza de su casa le preguntó que en qué trabajaba. Camilo le respondió que escribía. Pero la mujer no quedó satisfecha con su curiosidad. Y volvió a inquirir: -sí, ya sé que escribe, ¿pero en qué trabaja? y el futuro Nobel lo contaba con la socarronería que le caracterizaba. Bueno, pues eso, que ahí quedó su obra para el que desee juzgarla. Iba a decir como es mi caso. ¡Coño, pues ya está dicho!
Que, oiga, no sé qué diantres tendrán estos aires que les comentaba anteriormente que como que me supero, si es que ello fuera posible.
Y después de darle varios vistazos a estos mismos lugares que les estoy refiriendo, siempre me ha resultado asombroso lo que se parecen unos edificios, monumentos o construcciones a otros sitios más distantes. Se pueden dar varias explicaciones. Comprueben ustedes cómo el círculo, los círculos, son prácticamente idénticos en todas, o en casi todas, las culturas y civilizaciones del planeta. ¿Que ustedes/vosotros no pueden remontarse a tiempos tan remotos? Sin problema, vean los bailes, sin ir más lejos, de cualquier parte del globo terráqueo. ¿A que todos lo hacen en círculo? No círculos perfectos, claro, pero círculos al fin y al cabo.
Y como no sé bien si disponerme a pasear nuevamente o a dejar a mi materia gris reposar, que más que gris se está poniendo negra, me lo voy pensando y en otro rato se lo cuento.
Si usted que lee esta creación mía la está disfrutando, no vea cómo me lo he pasado yo. No estoy sonriendo, sino carcajeando a mandíbula batiente, que se suele decir.
¡Hala!, ya pueden ir haciendo otra cosa que seguramente tendrán cosas más importantes que hacer.