Mostrando entradas con la etiqueta frío. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta frío. Mostrar todas las entradas

viernes, 8 de enero de 2021

Las nuevas tecnologías a nuestro alcance


 

En estos días en que salir a la calle es toda una odisea debido a los fenómenos atmosféricos, es de gran ayuda y de agradecer que podamos contar con artefactos (etimológicamente: "hecho con arte") electrónicos que nos hacen más fácil, más llevadera la vida. Teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores -de sobremesa o portátiles- nos prestan un gran servicio a la hora de comunicarnos, de relacionarnos con nuestros más allegados o bien para trabajar, teletrabajo por utilizar un tecnicismo. 


Ahora mismo, sin ir más lejos, entre videoconferencia y videoconferencia, aprovecho estos instantes para escribir este artículo. Lo hago desde casa lo mismo que lo podría hacer desde una estación de tren o desde un hotel, por citar dos lugares básicos, como bien podría haber citado otros espacios también asequibles. Aquí, ciertamente, influye mucho la compañía, la operadora telefónica a la que esté abonado cada uno. Por eso es tan importante el acceso a Internet en zonas públicas, para que todo el que lo desee pueda conectarse y tener entrada en la red de redes. 


Y de la misma manera que me encantan las nuevas tecnologías, anoto, bien lo sabéis, que más tarde tomaré pluma y folios para terminar de dar forma a unos relatos que tengo por ahí desperdigados. Observo mi mesa de trabajo y tanteo lo que tengo ya hecho y lo que me queda por realizar. La jornada de este viernes va declinando. Y la noche trae consigo más frío. Frío polar. Y rematado este artículo cambio de web y me voy directo a la videoconferencia de la que os hablaba antes. Si esta noche no fallezco por congelación tal vez mañana me volveréis a leer. Y no prometo nada, que conste.

jueves, 7 de enero de 2021

Reciclándome


 

A estas horas de la tarde hace un frío gélido. Con un sol radiante y un cielo agradablemente cerúleo. No obstante, si no te mueves, sientes irremediablemente que el frío helador te penetra como si tuvieras el cuerpo desnudo. Por lo tanto, me meto en mi búnker y pongo los dedos a calentar antes de teclear en mi ordenador. Para mí es una buena hora. En quince o tal vez veinte minutos quedo pergeñado este artículo. Lo que me deja tiempo de sobra para mis otras actividades. Tengo la tarde, pues, bien planeada. Antes llevaba siempre una agenda con el horario controlado. Sin embargo, desde la aparición del bicho -de la pandemia, para que nos entendamos- mis horarios y mis actividades diarias son más anárquicas. No puedo quedar para un determinado evento ya que ignoro las personas que podrán, o no podrán asistir al mismo. Por ahora me fío más de mis reuniones  telemáticas.


Precisamente estoy realizando un curso de formación literaria, para ponerme al día, para reciclarme. Me niego a estancarme haciendo siempre lo mismo. Necesito nuevas impresiones, nuevos conocimientos. Algo que me haga redescubrir la pasión que he sentido desde mi infancia, desde mi niñez, desde siempre, por la escritura y por la lectura. Como ejemplo de ello valga este blog. Ya lo dice el dicho: -de muestra bien vale un botón-. Y yo tengo botones para parar un tren, me grita desde lo más hondo mi dialéctica cerebral.


Me avisa mi reloj biológico que tengo, que debo, ir cambiando de actividad. Que, por desgracia, el día solo tiene veinticuatro horas. Me meto un buen chute de agua embotellada, para hidratarme y continuar activo hasta la noche. Otro día más excelentemente disfrutado, sentido y vivido. O, al menos, así lo veo yo.