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jueves, 23 de diciembre de 2021

Divagaciones íntimas desde la España vaciada

 



Dado que, como suele decirse, y muy acertadamente -creo yo- que a este, como a sus hermanos precedentes, coronavírico 2021 le quedan dos telediarios, pongo manos al teclado de mi ordenador para que este mi blog no quede huérfano de artículo en estos días de fin de mes, y de fin de año (me advierte mi fonoteca cerebral). Hoy me encuentro de buen humor, de excelente buen humor, si así me lo permiten las reglas gramaticales. Después de comer les imprimo a mis piernas una energética caminata en medio de una naturaleza agreste y salvaje, con leves interrupciones de carreteras o caminos rurales, que  me proporcionan vida, vigor y paz mental. Vivo en un pueblo, sí, cierto. Y paro de contar.

Como iba diciendo, hoy me di una buena caminata, habitual en mí, por otra parte. Llego a casa, manuscribo dos o tres folios con pluma estilográfica, echo una hojeada a la prensa. Y esta noche, ya en la cama, releeré al solitario pensador ginebrino, esto es, a Jean-Jacques Rousseau. 

En fin, ocioso lector, ociosa lectora, si habéis llegado hasta aquí me doy más que por satisfecho. Quedáis fichados para el próximo artículo. 

martes, 5 de enero de 2021

De los placeres de la escritura








A comienzos de este 2021, hace dos días como quien dice, me propuse escribir más -y a fe mía que lo estoy consiguiendo-. Ahora que esto escribo maldigo a estos teclados tan modernos que han ignorado el signo ortográfico de la raya, cuyo tamaño viene a ser el doble que el del guion. Las arcaicas máquinas de escribir sí que lo integraban. Pero ya digo, estos artilugios ultramodernos nos privan de escribir como  siempre lo habíamos hecho. Yo quiero, exijo, que no se elimine un signo que determina en buena medida el tacto y el gusto erudito de quien los utiliza. Aprovecho la ocasión para ensartar aquí una petición. Si alguien conoce un teclado de ordenador que contenga el signo de la raya haga el favor, el inmenso favor, de comunicármelo. Le estaré enormemente agradecido. Como ya tengo dicho por ahí, suelo escribir con pluma estilográfica. Pero de este modo y manera mis escritos quedan únicamente para mí. Mientras que si lo transcribo a formato telemático y lo publico, estos escritos cruzan fronteras y países, llegando a no sé bien dónde. Pero llegar, llegan.


Me hacen gracia los famosuelos, y aquí caben personajes de todo pelaje y condición, que de la noche a la mañana sacan a la luz un libro y juran y perjuran que lo han escrito ellos. Cuando sus expresiones y sus gestos denotan a  personas pedestres que no distinguirían a Cervantes de un vulgar gacetillero. Pero así está nuestro mundo cultural. Yo continúo todos los días tratando no solo de saber más, sino de ignorar menos. Aunque bien sé que hay quien elige una de las dos opciones. Aquí yo tomo una postura ecléctica y me quedo con ambas aserciones.

En fin, desocupado lector, desocupada lectora, ya que habéis llegado hasta aquí me honráis con vuestra presencia. Podía decir que yo descanso, sin embargo, solo puedo añadir que me encuentro sumamente satisfecho de haber puesto mis pensamientos por escrito. Que es a fin de cuentas lo que me apasiona. 


domingo, 7 de febrero de 2016

Prensa en fin de semana





La prensa escrita que nos llega los fines de semana, suele ser mucho más abundante en contenidos que el resto de los días. No sólo el periódico en sí mismo, sino que le añaden suplementos. Cosa que, por otra parte, es de agradecer. Sábados y domingos, como digo, aumentan el volumen de los periódicos. Ignoro si es para que nos quedemos más tiempo en casa leyendo. O, por el contrario, que como estamos más tiempo en casa también leemos más. Sea como fuere, benditas sean las informaciones, opiniones, esbozos, que nos llegan en formato papel. Siempre en papel, por favor.
Total, que entre el tiempo dedicado a la lectura de periódicos, más el añadido de escribir sobre lo que has leído se pasa el fin de semana en un tris. Pero terminas la semana con el orgullo de haber dedicado tu tiempo a algo enormemente positivo. Son los mejores ratos, sin duda alguna.
Sales de casa lo justo. Un breve paseo para volver a leer lo que habías dejado pendiente. Y también incluyo la tan siempre sana costumbre de acompañarme de mi querido diccionario de la RAE, por si surge algún vocablo que desconozco.
Si los ciudadanos comprendieran que deben estar informados, y que su opinión, la opinión de todos, cuenta, correrían a comprar periódicos a todo pasto. Yo en este caso no tengo problema. Estoy suscrito y me lo traen a mi domicilio. 
Y finalizo este post dando las gracias a la prensa escrita por seguir estando ahí, a pesar de los pesares.