jueves, 7 de enero de 2021

Reciclándome


 

A estas horas de la tarde hace un frío gélido. Con un sol radiante y un cielo agradablemente cerúleo. No obstante, si no te mueves, sientes irremediablemente que el frío helador te penetra como si tuvieras el cuerpo desnudo. Por lo tanto, me meto en mi búnker y pongo los dedos a calentar antes de teclear en mi ordenador. Para mí es una buena hora. En quince o tal vez veinte minutos quedo pergeñado este artículo. Lo que me deja tiempo de sobra para mis otras actividades. Tengo la tarde, pues, bien planeada. Antes llevaba siempre una agenda con el horario controlado. Sin embargo, desde la aparición del bicho -de la pandemia, para que nos entendamos- mis horarios y mis actividades diarias son más anárquicas. No puedo quedar para un determinado evento ya que ignoro las personas que podrán, o no podrán asistir al mismo. Por ahora me fío más de mis reuniones  telemáticas.


Precisamente estoy realizando un curso de formación literaria, para ponerme al día, para reciclarme. Me niego a estancarme haciendo siempre lo mismo. Necesito nuevas impresiones, nuevos conocimientos. Algo que me haga redescubrir la pasión que he sentido desde mi infancia, desde mi niñez, desde siempre, por la escritura y por la lectura. Como ejemplo de ello valga este blog. Ya lo dice el dicho: -de muestra bien vale un botón-. Y yo tengo botones para parar un tren, me grita desde lo más hondo mi dialéctica cerebral.


Me avisa mi reloj biológico que tengo, que debo, ir cambiando de actividad. Que, por desgracia, el día solo tiene veinticuatro horas. Me meto un buen chute de agua embotellada, para hidratarme y continuar activo hasta la noche. Otro día más excelentemente disfrutado, sentido y vivido. O, al menos, así lo veo yo.



martes, 5 de enero de 2021

De los placeres de la escritura








A comienzos de este 2021, hace dos días como quien dice, me propuse escribir más -y a fe mía que lo estoy consiguiendo-. Ahora que esto escribo maldigo a estos teclados tan modernos que han ignorado el signo ortográfico de la raya, cuyo tamaño viene a ser el doble que el del guion. Las arcaicas máquinas de escribir sí que lo integraban. Pero ya digo, estos artilugios ultramodernos nos privan de escribir como  siempre lo habíamos hecho. Yo quiero, exijo, que no se elimine un signo que determina en buena medida el tacto y el gusto erudito de quien los utiliza. Aprovecho la ocasión para ensartar aquí una petición. Si alguien conoce un teclado de ordenador que contenga el signo de la raya haga el favor, el inmenso favor, de comunicármelo. Le estaré enormemente agradecido. Como ya tengo dicho por ahí, suelo escribir con pluma estilográfica. Pero de este modo y manera mis escritos quedan únicamente para mí. Mientras que si lo transcribo a formato telemático y lo publico, estos escritos cruzan fronteras y países, llegando a no sé bien dónde. Pero llegar, llegan.


Me hacen gracia los famosuelos, y aquí caben personajes de todo pelaje y condición, que de la noche a la mañana sacan a la luz un libro y juran y perjuran que lo han escrito ellos. Cuando sus expresiones y sus gestos denotan a  personas pedestres que no distinguirían a Cervantes de un vulgar gacetillero. Pero así está nuestro mundo cultural. Yo continúo todos los días tratando no solo de saber más, sino de ignorar menos. Aunque bien sé que hay quien elige una de las dos opciones. Aquí yo tomo una postura ecléctica y me quedo con ambas aserciones.

En fin, desocupado lector, desocupada lectora, ya que habéis llegado hasta aquí me honráis con vuestra presencia. Podía decir que yo descanso, sin embargo, solo puedo añadir que me encuentro sumamente satisfecho de haber puesto mis pensamientos por escrito. Que es a fin de cuentas lo que me apasiona. 


domingo, 3 de enero de 2021

Tiempo de ocio dominical


 

Un día más, una jornada más de descanso, disfrute y reflexión. Me toca leer la prensa. Uno de los diarios (una hoja parroquial, por mejor decirlo) que tiene uno que tragarse como se tragaría un sapo nauseabundo, ya que se supone que contiene noticias de mi tierra. En este panfleto quedaron los más ineptos, lameculos, arrabaleros, trepas, advenedizos que pudieron encontrar. El libelo en cuestión es guerracivilista, santurrón, beatorro, meapilas, y más que informar su propósito es defender los intereses de las clases dominantes. Defiende la ideología de la persona que lo dirige. Amparadora de clérigos, empresarios, picoletos, milicos. Y contraria a un Gobierno legítimo y democrático que mira por todos, por todas. Sí, me refiero al gobierno de coalición del que es presidente Pedro Sánchez, del que tan orgulloso me siento. Mas como esta es una provincia envejecida y que ha visto tanto, es lógico que adoctrinen y continúen adoctrinando a los suyos. La extrema derecha reaccionaria y casposa se encuentra bien representada en este  vergonzoso medio. Hoy domingo, afortunadamente, no publica una de sus más repelentes colaboradoras. A esta he aprendido a esquivarla, sé en qué pagina encontrarla, por lo que en cuanto se acerca la página  en cuestión, paso de largo para que no me amargue el día. Una anciana de la que lo primero que llama la atención son unos morros como salchichas. Es de suponer que le han metido colágeno o bótox hasta el culo. Pero no por eso deja de ser una anciana nazi, fascista y de lenguaje cuartelero. Es decir, mujer de pocas o nulas lecturas.


Leo con mucha más atención y agrado cada día, el periódico  del que fue director Miguel Delibes. Un periódico exquisitamente más selecto en su edición y colaboradores. Por lo que hace que me olvide de la propaganda casposa del otro, que no hace falta que nombre porque a buen entendedor pocas palabras bastan.


Y después de mis lecturas me meto de lleno con un programa de mi ordenador del que no termino de configurar. Estos entresijos informáticos hacen que se me pase la tarde y parte de la noche volando. Pero que hacen que me sienta muy ufano por la actividad desarrollada.


Y mañana, lunes. Día de escuela, por lo hay que volver al tajo. Esperemos, al menos, poder combatir al frío que nos envuelve.

sábado, 2 de enero de 2021

Primer fin de semana del 2021


 

Primer sábado de este 2021. Por lo tanto, primer finde también. Y yo aquí estoy, contándolo, por si no os habíais enterado. Hoy no salgo de casa. Hace frío, un frío glacial. Además me propuse terminar el año anterior y comenzar este nuevo con lo que más me apasiona, escribir (aparte de mis numerosas lecturas, por supuesto). Y escribir en mi blog me roba tiempo para otros escritos, para otros espacios. No obstante, lo tomo por bien servido, por bien pagado. No todo ha  de ser acumular y acumular folios y cuadernos para futuros proyectos anhelados y codiciados. Tiene que entrar aire fresco, joven y renovado en mi búnker. Mis otros escritos verán la luz a su debido tiempo, cuando les corresponda. O tal vez queden guardados y ocultos sin que nadie pueda reparar en ellos. Esto último solo es una suposición. Mis escritos brotarán cuando tengan que brotar. 


A mi edad, una cierta edad, me siento tan lozano y vigoroso como si estuviera en mi pasada juventud. Con una ventaja añadida: la experiencia. La experiencia en la vida es como encontrar agua cantarina en  tierra de secano (hala, ahí lo dejo, para la posteridad). La actividad creadora es lo que tiene, vas concibiendo ideas y pensamientos que no se generan porque sí. Sino que son fruto de muchos años de escritos, lecturas, vivencias y otros avatares de la vida. Y cada uno vive su vida como quiere, o como buenamente puede, que todo hay que decirlo.


Ahora me esperan unos pasatiempos o rompecabezas para desconectar mi imaginación e intentar descubrir nuevos retos y horizontes para mi cerebro, que sé muy bien que lo agradecerá. Y punto. Mañana, más. Aquí, claro está, si no me surge ningún imprevisto. Y ustedes/vosotros, a pasarlo bien.



viernes, 1 de enero de 2021

Sobre casi todo, sobre casi nada


 




Después de mantener una sesuda conversación conmigo mismo -sí, lo confieso, soy un excelente conversador- me decido por subir a mi búnker y plantarme ante mi ordenador. No vivo únicamente de mis lecturas, también necesito dar rienda suelta a mi imaginación. Y en ello estoy, aquí y ahora. También he de confesar que en esta tarde gélida de comienzo de enero no me encuentro al cien por cien. No obstante, esto mismo me sirve de acicate para poner a prueba mis recursos intelectuales de los que me siento muy orgulloso, por supuesto. Sí, lo habéis adivinado, la modestia se me supone.


Y ya que he entrado en materia mi intelecto está escaneando lo que he visto, oído y anotado desde que me levante de la cama hasta estas horas vespertinas, casi nocturnas. De momento le he dado caña a mi cuerpo con una caminata alrededor del pueblo para limpiar mi cerebro de todo agente nocivo que pudiera tener inoculado. Y con mi mente presta a manifestarse resuelvo ponerlo todo, o casi todo, guardado en este espacio que es  mi blog. Reconozco que desde el primer día que comencé a publicar me sentí cómodo, a gusto, descaradamente altivo. Y este mismo sentimiento perdura aun con el paso de los años (y de los lustros, me indica mi anuario cerebral). 


Estos instantes que me dedico a mí mismo, olvidando redes sociales o cualquier otro elemento perturbador que me hiciera apartarme de lo que realmente me apasiona, me reconfortan y me aportan una felicidad, momentánea si queréis llamarla así, pero felicidad al fin y al cabo.


Y voy recogiendo los trastos, no precisamente porque no desee continuar, sino porque mi estómago está pidiéndome a gritos comida, alimento, sustento. Y ya mismo bajo a la cocina para nutrir e hidratar este cuerpo que cuido como cuido todo lo mío. Y de este tema hablaré -escribiré- otro día, en otra ocasión.

jueves, 31 de diciembre de 2020

La última cena


 

A estas horas de la tarde 17:30 no se me ocurre mejor título para mi artículo de hoy. Todas mis amigas están con las manos en la masa -comprobado- preparando la cena de esta noche. Al menos es eso lo que me cuentan. Ignoro si tienen deudos que las ayuden, pero la última aprobación les corresponde a ellas. Y las creo, claro está. Desde mi búnker imagino el trasiego vespertino del personal con bolsas rebosantes de comida, bebidas y de toda clase de útiles para la casa, para el hogar. Por mi parte decido enfrascarme a escribir denodadamente para continuar cultivando tan sana costumbre. Y escribo hoy mismo ya que pudiera acontecer que mañana día 1 de enero me levantara con resaca y mi mente no estuviera lo suficientemente despejada para ello. Además, como bien se puede comprobar, estoy retomando este mi querido blog. He realizado algunas mejoras. Entre estas, cambiar el traductor, pues el anterior estaba caducado y por lo tanto inservible. Ahora, ya de nuevo, mis lectores de otros idiomas, de otras latitudes, tendrán dispuesta una eficaz herramienta para leerme sin dificultad alguna.

Y teniendo puesta la vista en el nuevo año, mi principal propósito será, huelga decirlo, leer más y escribir más todavía. Ya que anteriormente, como bien decía el autor de una de mis postreras lecturas: "Escribo poco para el público y mucho para mí". Por lo que tendré que darle la vuelta a la sartén, por así decirlo.

Antes de ponerme ante el teclado he estado wasapeando con infinidad de amigos, conocidos, vecinos, antiguas novias... Es increíble el número de contactos que puede albergar un teléfono inteligente, un móvil para que nos entendamos. Y cuando dé por terminado este artículo volveré a la carga para ultimar algunas conversaciones que me quedan pendientes.

Por lo que me voy con la música a otra parte. 

miércoles, 30 de diciembre de 2020

El año que nos cambió

 



Un día resta para finiquitar este año raro, extraño, insólito 2020 que hemos vivido -o sobrevivido- a escala mundial. Como hace tiempo, siglos, que no publico en este espacio me pongo manos y mente a la obra para dejar constancia de que yo lo viví. Que doy, pues, fe de ello. Si hubiera que elegir un adminículo que lo representara fielmente, este sería, sin duda alguna una mascarilla, en todo el globo terráqueo habitado. Y principiaremos el 2021 con el mismo utensilio. Cierto es también que ya disponemos de una vacuna, al parecer eficaz. Sin embargo, deberemos continuar con las mismas precauciones y hábitos que hemos mantenido hasta ahora.

Hago aquí un inciso para informaros, ociosos lectores y lectoras, que durante este tiempo he recibido varios mensajes de don Google advirtiéndome de que el tamaño de letra que manejo es demasiado diminuta para ciertos dispositivos. Debo manifestar en mi defensa que jamás un lector/a se ha quejado por tal motivo. Pero, en fin, aumento el tamaño de la fuente y ya me contaréis.

Tengo la suerte, la inmensa suerte de residir y vivir en un pueblo que me encanta, que me enamoró desde que me instalé en él. Y aquí trascurre mi vida, intentando alejarme de pandemias y demás amenazas que nos acechan. Y ayudan, vaya que si ayudan, las nuevas tecnologías. Si no fuera por Internet estaríamos desconectados del mundo mundial. Por lo que también soy afortunado en este sentido. Mis comunicaciones con cualquier lugar donde haya conexión a Internet son sumamente eficaces. Las videoconferencias con los diversos programas que nos facilita la red de redes, nos permiten que podamos estar en mil sitios a la vez. Y esto, hoy en día, no tiene precio (en sentido metafórico, claro está).

Escribo, como es obvio, en el teclado de mi ordenador. Pero sigo prefiriendo para estos menesteres mi pluma estilográfica -clásico que es uno- y mis folios de un blanco inmaculado. Aprendí de un maestro que lo que puedas escribir en medio folio no lo escribas en uno. Y ya Azorín decía que era hombre de un solo folio. Convengo totalmente. Cuando publique mi autobiografía ya le echaré toda la tinta que me ahorro  en estos artículos.

Y recapitulando doy por bueno mi escrito. Con la satisfacción de que al que no le agrade no podrá tirarlo a la basura dado que está impreso cibernéticamente.

Por lo que os deseo, estimados lectores, estimadas lectoras, un muy feliz comienzo de año 2021. Y con la recomendación de que si os han agradado estos acápites me lo hagáis saber para pensar en el próximo artículo.