jueves, 30 de diciembre de 2021
Circunloquio informal en vísperas de Nochevieja 2021
jueves, 23 de diciembre de 2021
Divagaciones íntimas desde la España vaciada
jueves, 8 de abril de 2021
Escribir es revivir
Hay momentos en que busca uno la respuesta de que por qué escribe. O bien porque se lo preguntan los demás. Cada cual tendrá sus motivos, sus preferencias, sus manías. Sea cual fuere el motivo, hay uno en común. Escribimos para expresarnos. En estos casos mediante la palabra escrita, claro está. Lo que venga -convenga- después ya es un asunto estrictamente personal. Viene esto a colación, ya que el otro día leí en la prensa a un autor, manifestar que durante esta pandemia que nos azota no había escrito nada dado que él escribía para publicar. ¡Rediós! -Pensé yo para mis adentros-. Es decir, que si no publica no escribe. Harto distante ando yo de tal finalidad. En mi caso escribo porque es una necesidad vital. Siempre lo ha sido durante toda mi vida. Me alegra y me alegro por ello. No necesito ningún imperativo para tomar pluma y folio e ir desgranando letras, palabras y oraciones. Luego realizo un examen visual a lo que buena o malamente he creado y lo doy por bien realizado, o corrijo lo ya escrito, que también es otra muy buena opción. Es por ello que ahora mismo me encuentro frente a mi ordenador, después de haber tomado unos breves apuntes a mano en un folio. Y formados los cimientos de este escrito paso a lo que será la estructura del artículo. Quiero que quede claro que mi blog no es el único lugar donde escribo. Es un medio más de los que dispongo para manifestarme. Pero bien es cierto que mi media hora manuscribiendo diariamente nadie me la quita.
He de confesar también que tengo una edad en la que si no leo y escribo por lo menos dos horas al día, doy por perdido dicho día. De ahí mi insaciable aprovechamiento de segundos, minutos y horas. Todas ellas las considero como bienes insustituibles, el tren que nunca vuelves a coger. Y ya no está uno para perder trenes. Y cuando vaya declinando la tarde y tome su puesto la noche elegiré un par de libros con cuya lectura daré por rematado el día.
Si has llegado hasta aquí, estimado lector, estimada lectora, habrás comprendido plenamente el título de este artículo: "Escribir es revivir".
domingo, 10 de enero de 2021
Qué sábado el de este enero
sábado, 9 de enero de 2021
Mis caminatas
Mis hábitos vitales me han enseñado que para mantener un cerebro joven y resolutivo necesito de mis habituales caminatas. Tengo varios senderos, aquí en el pueblo, por donde poner a trabajar piernas y músculos. Camino a paso rápido sintiendo latir a mi corazón con fuerza, con energía. No suelo detenerme a no ser que tenga que saludar a algún vecino o a cualquier otro senderista que me cruce en el camino. Hay veces, algunas veces, que no tengo ganas de caminar pero mi mente me dice -me ordena- que ánimo y adelante. Cosa que después agradezco sobremanera. Al caminar mi mente se va despejando de energías negativas y al mismo tiempo, voy recobrando una paz y una sensación de bienestar que me da vida, que me insufla vitalidad. Esta movilidad de mi cuerpo hace que después de un breve descanso piense con mayor lucidez. Y eso para mí vale oro. Digamos que son mis prioridades: escribir, leer y práctica de ejercicio físico. Se necesitan mutuamente unas a otras. Para pensar bien tiene que estar el cerebro alerta y esto se consigue moviéndose. Y para moverse, el cuerpo tiene que estar regido por la mente. Por lo que, como digo, una cosa lleva a la otra.
Hoy que sufrimos un temporal de frío congelador y mal tiempo generalizado al que han puesto por nombre Filomena, resuelvo quedarme en casa. Así voy dando salida a varias cosas que tengo pendientes y que me darán opción para ejecutar otras nuevas.
Despacho este artículo que he confeccionado como siempre de un tirón y antes de sumergirme en otros menesteres necesito unos minutos de meditación, que es un tiempo muy, muy privado que me reservo para evitar que el día no se me tuerza. Mañana ignoro si publicaré o no. El tiempo (meteorológico) lo dirá.
viernes, 8 de enero de 2021
Las nuevas tecnologías a nuestro alcance
En estos días en que salir a la calle es toda una odisea debido a los fenómenos atmosféricos, es de gran ayuda y de agradecer que podamos contar con artefactos (etimológicamente: "hecho con arte") electrónicos que nos hacen más fácil, más llevadera la vida. Teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores -de sobremesa o portátiles- nos prestan un gran servicio a la hora de comunicarnos, de relacionarnos con nuestros más allegados o bien para trabajar, teletrabajo por utilizar un tecnicismo.
Ahora mismo, sin ir más lejos, entre videoconferencia y videoconferencia, aprovecho estos instantes para escribir este artículo. Lo hago desde casa lo mismo que lo podría hacer desde una estación de tren o desde un hotel, por citar dos lugares básicos, como bien podría haber citado otros espacios también asequibles. Aquí, ciertamente, influye mucho la compañía, la operadora telefónica a la que esté abonado cada uno. Por eso es tan importante el acceso a Internet en zonas públicas, para que todo el que lo desee pueda conectarse y tener entrada en la red de redes.
Y de la misma manera que me encantan las nuevas tecnologías, anoto, bien lo sabéis, que más tarde tomaré pluma y folios para terminar de dar forma a unos relatos que tengo por ahí desperdigados. Observo mi mesa de trabajo y tanteo lo que tengo ya hecho y lo que me queda por realizar. La jornada de este viernes va declinando. Y la noche trae consigo más frío. Frío polar. Y rematado este artículo cambio de web y me voy directo a la videoconferencia de la que os hablaba antes. Si esta noche no fallezco por congelación tal vez mañana me volveréis a leer. Y no prometo nada, que conste.
jueves, 7 de enero de 2021
Reciclándome
A estas horas de la tarde hace un frío gélido. Con un sol radiante y un cielo agradablemente cerúleo. No obstante, si no te mueves, sientes irremediablemente que el frío helador te penetra como si tuvieras el cuerpo desnudo. Por lo tanto, me meto en mi búnker y pongo los dedos a calentar antes de teclear en mi ordenador. Para mí es una buena hora. En quince o tal vez veinte minutos quedo pergeñado este artículo. Lo que me deja tiempo de sobra para mis otras actividades. Tengo la tarde, pues, bien planeada. Antes llevaba siempre una agenda con el horario controlado. Sin embargo, desde la aparición del bicho -de la pandemia, para que nos entendamos- mis horarios y mis actividades diarias son más anárquicas. No puedo quedar para un determinado evento ya que ignoro las personas que podrán, o no podrán asistir al mismo. Por ahora me fío más de mis reuniones telemáticas.
Precisamente estoy realizando un curso de formación literaria, para ponerme al día, para reciclarme. Me niego a estancarme haciendo siempre lo mismo. Necesito nuevas impresiones, nuevos conocimientos. Algo que me haga redescubrir la pasión que he sentido desde mi infancia, desde mi niñez, desde siempre, por la escritura y por la lectura. Como ejemplo de ello valga este blog. Ya lo dice el dicho: -de muestra bien vale un botón-. Y yo tengo botones para parar un tren, me grita desde lo más hondo mi dialéctica cerebral.
Me avisa mi reloj biológico que tengo, que debo, ir cambiando de actividad. Que, por desgracia, el día solo tiene veinticuatro horas. Me meto un buen chute de agua embotellada, para hidratarme y continuar activo hasta la noche. Otro día más excelentemente disfrutado, sentido y vivido. O, al menos, así lo veo yo.